Si le comentásemos a algún conocido que
vamos a preparar un «gallo pinto», pensaría en una pintura de un gallo pinto
con bellos colores, genética y, el más alejado de los casos, en poderes
sobrenaturales; muy pocos comprenderían que hablamos de un plato de comida
típica de Costa Rica.
Los esclavos africanos,
según el buen amigo tico, Luis Alonso Campos Durán, asentados en la región
caribeña de Costa Rica sustituyeron alimentos de su dieta por falta de variedades
hasta concluir en lo conocido hoy día como «gallo pinto».
De acuerdo con el buen amigo
tico, la comida se elabora con arroz y frijoles mezclados con cebollas y otros
ingredientes; también se puede acompañar con huevos fritos o tortillas y café. Por
la tonalidad del acabado final de este plato, tan semejante a los colores de un
gallo pinto, se reconoce con tan peculiar nombre. De modo general su preparación
varía de acuerdo con la región.
Sucede entonces que el gallo
pinto de su corral no peligra si desea preparar un buen «gallo pinto»; y si
alguien no comprendiese el juego de palabras tan solo tiéntelo con un buen
«gallo pinto».